sábado, 3 de julio de 2010

... y el silbato

Sí, el dichoso silbato.

Este es de los recuerdos que tengo el que mejor simboliza mi estancia en el colegio.

Y es que para mí fue brutal el pasar de ser "el hijo del Director" en Villaverde a ser recibido y dirigido en los Escolapios a golpe de silbato.

Y recuerdo que la primera vez que lo oí no me lo podía creer, que pensé que era broma y que se trataba de la típica novatada.

Y también recuerdo que entre "piiii" y "piiii-piiii", como si de una película sobre la II Guerra Mundial se tratara, sacaron a José María de nuestra fila y le mandaron con los del 1º A :

¡ Aún veo sus ojos asustados preguntándome "¿ Por qué yo sí y vosotros no ?" !.

Las llaves ...

El tintineo del manojo de llaves del padre Mariaga, ese fue el primer sonido que recuerdo que escuché al traspasar la portería y adentrarme por los pasillos del colegio.

Debía estar yo muy sensible en aquellos días, seguramente por los nervios del examen de ingreso, ya que también me molestó mucho la matraca y la voz chillona de la secretaria de la portería, cuyo nombre debería recordar, pero ahora no puedo.

Luego ese ruido de llaves me acompañó durante los siguientes dos años y medio.

Era el sonido que me esforzaba en escuchar, y que con el tiempo aprendí a distinguir si estaba cerca o lejos y si cabreado o contento, cuando "la "mala gente" de Villaverde" llegábamos tarde e intentábamos entrar en clase sin que "El Cura" nos descubriera.

Y era el ruido que oíamos al fondo del pasillo, cuando "en fila y junto a la pared" volvíamos del Recreo.

Y también era el sonido de las llaves volando y estrellándose contra el suelo, lo que te despertaba y te ponía alerta en un instante si por lo que fuera llegabas despitado o con sueño.

miércoles, 30 de junio de 2010

Y no fuimos a los únicos que habían recomendado.

No, no fuimos los únicos que ese año creo que entramos "enchufados".

De hecho, Oscar siempre recuerda que la primera vez que vimos a "El Cura" fue en aquel examen.

Y casi siempre nos "descojonamos" al recordar como al preguntar el padre Mariaga a los que nos examinábamos que quien era el que venía recomendado, desde los pupitres de atrás uno dijo :

- "¡ Yo, yo soy !".

Y a mí, qué quieren, aquello ya me dejó "acojonado".


Nota de "El Moli" : No tiene que ser así, y seguramente el chico ya estaba desde mucho antes en el colegio, pero en mi recuerdo yo siempre he querido indentificar aquella voz con la de "Salcedo".

Pero antes me hicieron un examen.

Sí, al igual que en nuestro anterior intento fallido en los Mercedarios de la Ciudad de los Angeles, a mí y a Oscar y José María nos hicieron un examen.

Y en ese sentido la anterior experiencia sirvió al menos para acabar con todos nuestros posibles nervios.

De hecho, recuerdo que yo afronté esta nueva intentona de ingreso en un "colegio de curas" con desgana y pasotismo.

Y así, si para afrontar las pruebas de ingreso en los Mercedarios mi padre nos había estado impartiendo clases de matemáticas y religión desde casi un mes antes, para este nuevo examen nos los tomamos con más relajo :

¡ Nos reconsiderábamos perfectamente preparados !

Y debo confesar que nos equivocamos.

Sí, ya entonces estuve seguro que en la Ciudad de los Angeles lo bordamos y que en Getafe "con perdón, la cagamos".

Pero, por culpa de no saber el idioma francés no entramos en los Mercedarios y gracias a las viejas amistades de mi tío Ignacio sí lo hicimos en los Escolapios, o al menos eso es lo que yo y Oscar siempre hemos creído.

lunes, 28 de junio de 2010

Un Santo Varón.

- "Antoñito" : "¡ "Mariquita" !".

- "El Moli" : "¡ "Cura" !".

- "Antoñito" : "¡ "Mariquita" !".

- "El Moli" : "¡ Bueno sí, "cura" y "mariquita" !".

- "Antoñito" : "¡ Verdad que sí, no hay que ser "cura", ... hay que ser "mariquita" !".

- "El Moli" : "¡ Qué país, llevarles "a las Monjas" para esto !".

Hasta entonces apenas había pisado Getafe.

No, nunca antes había estado yo en Getafe.

Bueno, miento, un par de años antes, durante unos días de julio, asistí a un curso de natación que impartieron en "La Costa de Vigo", pero nada más.

Por eso, la primera vez que vi la monumentalidad del edificio del colegio de los Escolapios me quedé "acojonado" :

¿ Me estaría equivocando ?

¿ No hubiera sido mejor seguir estudiando en un instituto de Villaverde Alto ?

Incluso, durante unos momentos, pensé en suspender aposta el examen de ingreso que nos hicieron.

El Escaso.

No estudié la EGB en los Escolapios.

No, mi padre por entonces era director y propietario de un pequeño colegio subvencionado de preescolar y educación básica, y fue en él en el que yo permanecí desde los tres hasta los catorce años.

Pero, luego, y tras intentarlo primero sin éxito en los Mercedarios de la Ciudad de los Angeles ( exigían saber algo de francés y nosotros no lo habíamos estudiado ), yo y otros dos amigos recalamos en los Escolapios.

Para mí el cambio fue brutal.

Yo, en el colegio de mi padre, era "el hijo del Director" y los profesores algunas veces los llegaba yo a considerar como miembros de mi propia familia, y en cambio en los Escolapios me recibieron desde el primer día a golpe de silbato.

Y así, yo, durante esos primeros meses, durante ese primer año, no dejaba un sólo día de estar alucinado.

Por eso, y también por ser yo "muy inocentón y aún bastante aniñado" me topé con que enseguida me colocaron el mote de "El Escaso".

ESCOLAPIOS DE GETAFE

Al señor Hinjos en Matemáticas estimé, al padre Felipe en Inglés no entendí, a Luis Díez en Ciencias Naturales respeté y al padre Urbano en el Recreo temí.

Con el padre Víctor como tutor delante de mis padres me avergoncé, con Luis Muñoz en "El Central" me cachondeé y en Física suspendí, con "El Elvis" en Dibujo no aprendí y con el padre Aniano fui el único que no copié.

A "La Caponata" en Inglés sufrí, al padre Villar en realidad casi no traté, al padre Gerardo compadecí y con el "maricón" del "Susi" en Italia me enfrenté.

Al padre Fidel y a sus "hordas rojas" padecí, a Manolo en el "maratón" engañé y al "Tedi" en Matemáticas no comprendí.

Pero, sobre todo, al padre "Mariaga" como a un abuelo amé y por su muerte en aquellas Navidades lloré.